las rosquillas de la abuela

Hoy me quedo en casa.
Con las rosquillas que hacía mi tía abuela, con las fiestas de prao y las tradiciones asturianas.
Y sí, las rosquillas fritas de anís no son un bien exclusivamente nuestro, pero nos encantan.
Y nos las comemos. Mucho.

Una receta basada en el producto de calidad, tan sencillas que podría hacerlas un niño, pero con el sabor de lo auténtico.
En este caso con huevos de casa y el mejor aceite de oliva. De Jaén. No vamos a tenerlo todo en Asturias...

Para su elaboración necesitamos,

- 2 huevos medianos.
- 6 cucharadas de azúcarº
- 6 cucharadas de aceite (preferiblemente de oliva de buena calidad)
- Dos cucharaditas de levadura.
- La ralladura de medio limón.
- Un chorro generoso de anís.
- Harina la que admita.
- Aceite para freír y azúcar para rebozar.

Batir, preferiblemente en batidora, los huevos, azúcar, levadura y ralladura. Una vez bien mezclado, incorporar el aceite y batir muy bien, hasta que la mezcla crezca ligeramente.
Ir incorporando poco a poco la harina, nos debe quedar una masa manejable, no dura, pero que no se pegue demasiado a las manos.
Formar bolas, darles forma de rulo y pegar en sus extremos.
Calentar un buen aceite en sartén, y sin que llegue a hervir ir colocando las rosquillas, deben crecer por el efecto de le levadura y dorar. Tener mucho cuidado con el aceite, se quemará muy rápido.
Sacar sobre una servilla para absorber un poco del exceso de aceite y, aún en caliente, pasarlas por azúcar.
Se conservan varios días en bote hermético.

º Cucharada sopera, yo he utilizado una cuchara con medida tablespoon.

Las horas se pasan en la decoración de galletas para diferentes encargos. Estas caras tan siniestras pero familiares a la vez, formarán parte de una tarta para el cumple de un precioso niño.

Quedan dos plazas para el Curso de Galletas Decoradas del 5 de Agosto. El último de la temporada (!)