muffin donut

Una famosísima receta de esas que te hacen pensar "¿qué es lo que hago mal?, ¿he perdido la capacidad de comprender lo que leo?
Sí, porque he leído en doce mil tropecientos blogs que estos muffins saben a donut. Y no es cierto.
Ricos mucho, pero sabor a donut rien.

Y esto me da pie a hablaros de cosas que no vienen a cuento.
O cosas que me da miedo contar.

Aunque en realidad no me da miedo contarlas. Creo que incluso puede llegar a ser liberador.
Biscayenne abría días atrás una línea de debate con su fobia al monismo y al cuquismo, a lo bonito en exceso, en definitiva.
Y digo yo que se pone cerril, Biscayenne dixit, porque su blog es cuqui aunque no quiera y sus fotos tienen tanta personalidad como ella misma.
Vamos, que me encanta.
Pero sí, en ocasiones me pregunto qué ven todas esas personas que cada día visitan mi blog.
Cómo me ven a mí, quizá crean que soy una especie de superwoman a la que nunca le duele la espalda y que siempre está perfectamente arreglada. Tantas veces he escuchado eso de "¿Cómo es posible que te de tiempo a llegar a todo lo que haces?
Pues porque quizá optimizo el tiempo y mis recursos, o porque soy rápida, o por las dos cosas. ¿O quizá no llego! pero eso no lo sabe nadie...

No tengo nada en contra del cuquismo, Dios me libre, me gustan las cosas bonitas, la belleza absoluta, el orden y la armonía. Pero no me gusta el hacer creer a la gente que somos tan perfectos que nunca hemos tenido un grano.
Algunos de los que hoy me leen me conocen, personalmente incluso, otros me intuyen y los más ni siquiera eso. Para muchos, espero que la mayoría, soy un cuaderno diario de recetas mejores o peores, y para ellos toda mi gratitud.
Esos anónimos que vienen, leen, observan y se van.
Pero esos bloggers compañeros, camaradas, de los que a veces he leído cosas que me han sacado los colores, me pregunto ¿quién creen que soy?
¿Será posible que piensen que tras la marabunta en la cocina muevo la nariz y todo se recompone por arte de magia?, ¿creerán que no meto el dedo en las salsas para probarlas, o que cocino con la linea del ojo puesta y la manicura impecable?
Recuerdo perfectamente un comentario que me arrancó carcajadas, decía algo así como "Te imagino tan impoluta y perfecta que no me extraña que salgan esas cosas de tu cocina"
!Mon dieu!!
Deberían verme...

Y no, no voy a arrastrarme por el fango y contar cosas que no son ciertas. Me gusta el orden, me gusta la limpieza, soy algo quisquillosa, pero estoy muy lejos de ser perfecta.
¿Cuántos habrán asomado por aquí y pensado que quizá no merece la pena intentar lo que ven porque debe ser muy difícil?
Coincido con Anita, un poco de realidad please.

Todo lo que se ve en el blog está hecho y requeteprobado (eso sí) por mí. No hay una sola receta que no se corresponda con su fotografía, es decir, todo puede hacerse y queda como está ahí, o mucho mejor.

Nunca he pensado en dejar el blog. Es algo que últimamente leo a menudo, pero no es mi caso. Disfruto con el blog, me satisface, y el día que deje de hacerlo, si ese día llega, me dedicaré a cualquiera que sea la cosa que me llene en ese momento.

Siento un compromiso querido hacia la gente que me sigue. Y digo querido porque siento agradecimiento real por todos esos que me siguen, por esos a los que quizá en algún momento he echado una mano sin saberlo. Quizá hayan celebrado un momento especial con uno de los bizcochos o tartas de esta web, quizá han descubierto algo que no sabían, por tonto que fuera, quizá de algún modo les llena compartir unos minutos diarios conmigo.

No soy narcisista, creo que mi vida no le interesa a nadie y por eso no la cuento. Si estoy casada, seaparada o mi hermana es bizca, no es cuestión de blog. O quizá sí, pero desde luego no de un blog gastronómico.
Tampoco disfruto mostrándome, no hay multitud de fotos mías en el blog. Es raro, de hecho.

Me encantan los bodegones pero no en un blog de cocina. Me aburre ver cientos de cubiertos antiguos, montones de servilletas de colores, huevos cascados y flores estratégicamente colocadas en un perfecto difuminado perfectamente estudiado.
¿Seguro que toda esa comida no es de plástico? no me gusta que la comida arda, pero tomarme la menestra fría por haber esperado a la luz del solsticio de invierno para inmortalizar el momento, es algo que no le haría a mi familia. Ni a mí misma, qué coyons.

Pensad que tras esas fotos saturadas tipo Donna Hay, hay, en la mayoría de los casos, unos tablones rescatados de algún contenedor o casa de una abuelita anciana, mucho photoshop y poca realidad. Y os preguntaréis "¿esta rayante está diciendo que hay que tirar la comida sobre la mesa en un plato de Duralex? ¡No!, en absoluto. Pero si lo que queremos es compartir retazos de nuestra realidad con otros, de un modo altruista, generoso y entregado, no la maquillemos hasta el punto de que más parezca un cuento de los Hermanos Grimm.

¿Por qué tenemos que parecernos siempre a alguien, por qué no llevar nuestra personalidad hasta el límite y confiar en ella, y ser fieles a ella? ¿Por qué hay tantos blogs iguales, por qué tres o cuatro marcan ciertas pautas que todos los demás siguen, o seguimos, sin pararnos a pensar que eso nos resta valor? ¿Por qué queremos ser iguales que esos tres o cuatro a los que en realidad no conocemos, de los que admiramos su brillantez y perfección sin saber realmente si es realidad o ficción? ¿Por qué hay blogs que marcan la pauta? ¡porque los demás los copian! y de una manera flagrante y que conmueve. Por lo triste que es.

Confieso que sigo varios blogs, hace años ya. Unos me dan el pan y otros la sal. Pero créedme, no sigo ni un solo blog "culinario fotográfico", no me gustan las recetas mediocres con fotografías impactantes, no me gustan los contenidos vacíos y el cutrismo, acompañados de fotografías impactantes. No me gusta conocer las vidas ajenas acompañadas de fotografías impactantes.
Me gustan muchos blogs que apenas sigue nadie, buenos, buenos de verdad, escritos con humildad y cargados de realidad. Me gusta lo original, lo distinto, y los colores oscuros y los dorados barrocos. ¡Estoy hartita de los blancos impolutos y de lo lejos que se ve la comida sobre esas mesas de fantasía! a veces me siento como un abuelo verde que se acerca a los escotes de las señoras de las revistas para comprobar si se ve algo más. ¿Pero la cosa aquí no era la comida?
Pero, ¡oigan! que también hay blogs culinario-fotográfico maravillosos, cargados de contenidos imperdibles, con buenas recetas y buenas fotos. De todo. Como en botica.

Mis fotos han recibido muchas críticas, pero a mí plin. Tengo una Leica fabulosa que no me merezco porque ¡no sé usarla!, así que doy a los botones sin ton ni son y sale lo que sale. Eso sí, retoco un poco, muy poco porque... ¡si! eso tampoco sé hacerlo ;)

Imagino que los que se pasan me leen, en general. Creo que si digo que mañana me cambiaré de sexo habrá quien comente "Me encanta, me llevo un par" . Escribo mucho, y a veces muy denso, pero hay que entenderme, soy historiadora y todas las palabras me parecen pocas.

Me gusta, me encanta, la comida de verdad. La pasta a lo bestia, el hojaldre chorreante de mantequilla, las dulces tartas Centroeuropeas y el arroz con leche de mi madre. Pero también hago cupcakes, decoro galletas y pongo banderitas sobre las tartas. Me divierte, me gustan las flores de pasta de goma, los colores cálidos y el crujiente de una cobertura de glasa sobre una deliciosa galleta de vainilla, ¡qué ricas son! Pero sí, hay vida más allá.

Respeto el trabajo de todos los bloggers. Profundamente. Soy capaz de reconocer la calidad y la anticalidad, y en un mundo tan extenso hay de todo. Pero todos y cada uno tienen a alguien detrás, alguien con sus alegrías y sus penas. Y sus ilusiones y ganas de compartir.

No volveré a comentar jamás en ningún blog que mantenga la verificación de palabra. No los culpo, la gran mayoría ni siquiera sabe lo que es, pero quita tiempo, desmoraliza y molesta. Muchos de ellos tienen a grandes personas detrás, pero la vida no da para todo y hay que seleccionar.

Por supuesto, no he pretendido ofender a nadie con mi exposición. El respeto es la base de la convivencia en todos los sentidos. Vaya eso por delante.

Tras lo dicho, y repito que en realidad no me daba ningún miedo decirlo, os animo a hablar de vuestros miedos, a uniros a una cadena de realidad descarnada que convierte en personas a maniquís y nos humaniza de modo que pasamos a ser más cercanos, más accesibles. Quizá hasta mejores.

Y no, estos muffins no saben a donut. No sé a qué saben.
Saben bien ¿no es eso suficiente la mayor parte de las veces? Buenos, fáciles, rápidos.
Y encima queremos que sepan a donut...

Para la elaboración de los muffin donut que no saben a donut necesitamos,


- 100 gr de azúcar.
- 60 gr de mantequilla pomada.
- 120 ml de leche templada.
- 130 gr de harina.
- Una cucharadita de levadura.
- Una pizca de nuez moscada.
- 100 gr de azúcar moreno, una cucharadita de canela y 60 gr de mantequilla fundida para la cobertura.


Mezclar el azúcar con la mantequilla hasta obtener una crema blanca. Añadir la leche y reservar.
Tamizar harina, levadura y nuez moscada y añadir a la mezcla húmeda con una cuchara de madera, sin batir demasiado, dejando simplemente que se deshagan los grumos.
Verter cucharadas de masa sobre las cápsulas y hornear en horno precalentado a 180º hasta que hayan subido y dorado. Tocar con el dedo en el centro de uno de los muffins para comprobar que mantienen la forma sin hundirse. Unos 25 mn.
Preparar la cobertura meclando con una cuchara los tres ingredientes. Colocar con cucharadas pequeñas sobre cada muffin y dejar enfriar sobre una rejilla.