Rosca de brioche con ron y yogur basado en el óleo San Hugo en el refectorio de los cartujos de Francisco de Zurbarán.
Francisco de Zurbarán nace en Fuente de Cantos (al sur de la provincia de Badajoz) el 7 de noviembre de 1598. A los 16 años, y durante tres años, fue aprendiz en el taller sevillano de Pedro Díaz Villanueva, un pintor de imágenes piadosas. Una vez terminado el aprendizaje, Zurbarán se fue a Llerena. Con dieciocho años se estableció como pintor y al año siguiente contrajo matrimonio por primera vez con María Páez, una mujer viuda, diez años mayor. Se casaron en 1618 y ella murió en 1623. En 1625 contrajo matrimonio con Beatriz de Morales, también viuda y mayor que él. En 1644 fue su tercer y último matrimonio con Leonor de Tordera, una mujer mucho menor que él.
En Llerena residió durante más de diez años, pero en 1629 se desplaza a Sevilla, ciudad en la que residirá durante treinta años.
En 1649 se produjo una epidemia de peste que redujo la población de Sevilla a la mitad. En ella murieron casi todos los hijos del pintor.
En 1658 viajó por segunda vez a Madrid, donde se quedó a vivir de forma definitiva, aunque con dificultades económicas. Hasta su muerte, la cual ocurrió el 27 de agosto de 1664, estuvo sumido en una gran pobreza.
En el año 1600 existían en Sevilla treinta y siete conventos. Durante los veinticinco años siguientes se fundaron otros quince. Los conventos fueron los grandes mecenas de los pintores, muy exigentes en cuanto a la composición y calidad de las obras: tanto es así que Zurbarán, por medio de un contrato, se comprometió a aceptar el que le fueran devueltos todos aquellos cuadros que no fueran del agrado de los religiosos.
Los religiosos y religiosas eran muy sensibles a la dimensión estética de las representaciones, y estaban convencidos de que la belleza era más estimulante para la elevación del alma que la mediocridad. Estos abades y abadesas eran, normalmente, unas personas cultivadas, eruditas, refinadas, con un criterio muy seguro frente a las obras de arte.
En las iglesias siempre hubo un retablo en el que se representaban las escenas de la vida de Cristo. Además, durante el XVII las sacristías, lugares en el que se cambian las vestiduras sacerdotales, se decoraban cada vez más ricamente. Asimismo se ponían cuadros en el claustro, en el refectorio, en las celdas (muchas de estas obras medievales fueron destruidas). En las bibliotecas y salas capitulares, se podían encontrar cuadros del fundador de la Orden y de las personalidades más importantes de la misma.
Estas exigencias eran propias de todos los conventos. Las pinturas de segundo orden podían estar hechas en serie, pero los maestros reconocidos se renovaban, profundizaban en su arte y recibían muchos más encargos.
Los siete primeros cartujos fueron alimentados por San Hugo, obispo de Grenoble.
Un día, éste último, visitó a los monjes y, para comer, les pidió carne. Los monjes vacilaban entre contravenir sus reglas o aceptar esa comida y mientras debatían sobre esta cuestión, cayeron en un sueño extático. Cuarenta y cinco días más tarde, San Hugo les hizo saber, por medio de un mensajero, que iba a ir a visitarles. Cuando éste regresó le dijo que los cartujos estaban sentados a la mesa comiendo carne. ¡Y estaban en plena Cuaresma!. San Hugo llegó al monasterio y pudo comprobar por sí mismo la infracción cometida. Los monjes se despertaron del sueño en que habían caído y San Hugo le preguntó a San Bruno si era consciente de la fecha en la que estaban y la liturgia correspondiente. San Bruno, ignorante de los cuarenta y cinco días transcurridos, le habló de la discusión mantenida acerca del asunto durante su visita.
San Hugo, incrédulo, miró los platos y vio cómo la carne se convertía en ceniza. Los monjes, inmersos en la discusión que mantenían cuarenta y cinco días antes, decidieron que, en la regla que prohibía el comer carne, no cabían excepciones.
En esta composición, San Hugo está en el refectorio de los Cartujos y nos muestra una gran naturaleza muerta. Las verticales de los cuerpos de los cartujos, de San Hugo y del paje están cortados por una mesa en L, cubierta con un mantel que casi llega hasta al suelo. El paje está en el centro. El cuerpo encorvado del obispo, situado detrás de la mesa, a la derecha, y el ángulo que forma la L de la misma evitan ese sentimiento de rigidez que podría derivarse de la propia austeridad de la composición.
Delante de cada cartujo están dispuestas las escudillas de barro que contienen la comida y unos trozos de pan. Dos jarras de barro, un tazón boca abajo y unos cuchillos abandonados ayudan a romper una disposición que podría resultar monótona si no estuviera suavizada por el hecho de que los objetos presentan diversas distancias en relación al borde de la mesa. La composición tiene vida: son personas reales las que se plasman en el cuadro, no unos ángeles geométricos.
La carne se ha convertido en cenizas en los platos, y aunque el pan sigue siendo pan, es muy poco probable (por no decir imposible) que los cartujos se alimentasen de un delicioso pan francés enriquecido con mantequilla, yogur y el inconfundible sabor del ron.
Para su elaboración necesitamos,
- 100 gr de leche templada.
- Un cubo de 25 gr de levadura fresca de panadería.
- 150 gr de yogur natural sin azúcar.
- 3 huevos.
- 100 gr de azúcar.
- 60 gr de mantequilla derretida.
- Un chorro de ron.
- 350 gr de harina de fuerza.
- 350 gr de harina normal.
- Un pellizco de sal.
Desleir la levadura en la leche. Hacer un volcán con las dos harinas tamizadas con la sal e ir añadiendo el resto de los ingredientes. Amasar con amasadora unos 5 mn a velocidad media, y a mano unos 8-10 mn hasta que obtengamos una masa lisa.
Dejar levar en lugar seco (horno apagado) hasta que doble el volumen. Una vez levada, desgasificar amasando de nuevo ligeramente, y tomar trozos de masa que pesaremos para que sean iguales. Bolear para darles forma redondeada, ir colocando en un molde de corona, pegándolas unas a otras. Dejar levar de nuevo y pasada una hora y media o dos horas pincelar con huevo batido y hornear a 180º unos 20-25 mn, hasta que se haya dorado y al golpear suene hueco.
Dejar enfriar sobre una rejilla.
Francisco de Zurbarán nace en Fuente de Cantos (al sur de la provincia de Badajoz) el 7 de noviembre de 1598. A los 16 años, y durante tres años, fue aprendiz en el taller sevillano de Pedro Díaz Villanueva, un pintor de imágenes piadosas. Una vez terminado el aprendizaje, Zurbarán se fue a Llerena. Con dieciocho años se estableció como pintor y al año siguiente contrajo matrimonio por primera vez con María Páez, una mujer viuda, diez años mayor. Se casaron en 1618 y ella murió en 1623. En 1625 contrajo matrimonio con Beatriz de Morales, también viuda y mayor que él. En 1644 fue su tercer y último matrimonio con Leonor de Tordera, una mujer mucho menor que él.
En Llerena residió durante más de diez años, pero en 1629 se desplaza a Sevilla, ciudad en la que residirá durante treinta años.
En 1649 se produjo una epidemia de peste que redujo la población de Sevilla a la mitad. En ella murieron casi todos los hijos del pintor.
En 1658 viajó por segunda vez a Madrid, donde se quedó a vivir de forma definitiva, aunque con dificultades económicas. Hasta su muerte, la cual ocurrió el 27 de agosto de 1664, estuvo sumido en una gran pobreza.
En el año 1600 existían en Sevilla treinta y siete conventos. Durante los veinticinco años siguientes se fundaron otros quince. Los conventos fueron los grandes mecenas de los pintores, muy exigentes en cuanto a la composición y calidad de las obras: tanto es así que Zurbarán, por medio de un contrato, se comprometió a aceptar el que le fueran devueltos todos aquellos cuadros que no fueran del agrado de los religiosos.
Los religiosos y religiosas eran muy sensibles a la dimensión estética de las representaciones, y estaban convencidos de que la belleza era más estimulante para la elevación del alma que la mediocridad. Estos abades y abadesas eran, normalmente, unas personas cultivadas, eruditas, refinadas, con un criterio muy seguro frente a las obras de arte.
En las iglesias siempre hubo un retablo en el que se representaban las escenas de la vida de Cristo. Además, durante el XVII las sacristías, lugares en el que se cambian las vestiduras sacerdotales, se decoraban cada vez más ricamente. Asimismo se ponían cuadros en el claustro, en el refectorio, en las celdas (muchas de estas obras medievales fueron destruidas). En las bibliotecas y salas capitulares, se podían encontrar cuadros del fundador de la Orden y de las personalidades más importantes de la misma.
Estas exigencias eran propias de todos los conventos. Las pinturas de segundo orden podían estar hechas en serie, pero los maestros reconocidos se renovaban, profundizaban en su arte y recibían muchos más encargos.
Los siete primeros cartujos fueron alimentados por San Hugo, obispo de Grenoble.
Un día, éste último, visitó a los monjes y, para comer, les pidió carne. Los monjes vacilaban entre contravenir sus reglas o aceptar esa comida y mientras debatían sobre esta cuestión, cayeron en un sueño extático. Cuarenta y cinco días más tarde, San Hugo les hizo saber, por medio de un mensajero, que iba a ir a visitarles. Cuando éste regresó le dijo que los cartujos estaban sentados a la mesa comiendo carne. ¡Y estaban en plena Cuaresma!. San Hugo llegó al monasterio y pudo comprobar por sí mismo la infracción cometida. Los monjes se despertaron del sueño en que habían caído y San Hugo le preguntó a San Bruno si era consciente de la fecha en la que estaban y la liturgia correspondiente. San Bruno, ignorante de los cuarenta y cinco días transcurridos, le habló de la discusión mantenida acerca del asunto durante su visita.
San Hugo, incrédulo, miró los platos y vio cómo la carne se convertía en ceniza. Los monjes, inmersos en la discusión que mantenían cuarenta y cinco días antes, decidieron que, en la regla que prohibía el comer carne, no cabían excepciones.
En esta composición, San Hugo está en el refectorio de los Cartujos y nos muestra una gran naturaleza muerta. Las verticales de los cuerpos de los cartujos, de San Hugo y del paje están cortados por una mesa en L, cubierta con un mantel que casi llega hasta al suelo. El paje está en el centro. El cuerpo encorvado del obispo, situado detrás de la mesa, a la derecha, y el ángulo que forma la L de la misma evitan ese sentimiento de rigidez que podría derivarse de la propia austeridad de la composición.
Delante de cada cartujo están dispuestas las escudillas de barro que contienen la comida y unos trozos de pan. Dos jarras de barro, un tazón boca abajo y unos cuchillos abandonados ayudan a romper una disposición que podría resultar monótona si no estuviera suavizada por el hecho de que los objetos presentan diversas distancias en relación al borde de la mesa. La composición tiene vida: son personas reales las que se plasman en el cuadro, no unos ángeles geométricos.
La carne se ha convertido en cenizas en los platos, y aunque el pan sigue siendo pan, es muy poco probable (por no decir imposible) que los cartujos se alimentasen de un delicioso pan francés enriquecido con mantequilla, yogur y el inconfundible sabor del ron.
Para su elaboración necesitamos,
- 100 gr de leche templada.
- Un cubo de 25 gr de levadura fresca de panadería.
- 150 gr de yogur natural sin azúcar.
- 3 huevos.
- 100 gr de azúcar.
- 60 gr de mantequilla derretida.
- Un chorro de ron.
- 350 gr de harina de fuerza.
- 350 gr de harina normal.
- Un pellizco de sal.
Desleir la levadura en la leche. Hacer un volcán con las dos harinas tamizadas con la sal e ir añadiendo el resto de los ingredientes. Amasar con amasadora unos 5 mn a velocidad media, y a mano unos 8-10 mn hasta que obtengamos una masa lisa.
Dejar levar en lugar seco (horno apagado) hasta que doble el volumen. Una vez levada, desgasificar amasando de nuevo ligeramente, y tomar trozos de masa que pesaremos para que sean iguales. Bolear para darles forma redondeada, ir colocando en un molde de corona, pegándolas unas a otras. Dejar levar de nuevo y pasada una hora y media o dos horas pincelar con huevo batido y hornear a 180º unos 20-25 mn, hasta que se haya dorado y al golpear suene hueco.
Dejar enfriar sobre una rejilla.
Que buena pinta tiene!!!!!!!!
ResponderEliminarBesos
Una buena clase de historia
ResponderEliminarHummm Isabel, este es mi bollito preferido, que textura tan rica! Súper rico se ve y ahora para desayunar es fabuloso.
ResponderEliminarBesos
Otro bocadito divino para el desayuno de hoy.
ResponderEliminarBuen fin de semana y un besín.
Querida Maria, que delicia de historia, me la apunto para mi libro "de anecdotas históricas". Yo conozco la sacristia de Guadalupe, que es una maravilla de Zurbarásn. Felicidades, porque esto no es un post, es un ensayo.besos.
ResponderEliminarVaya entrada preciosa, me encantan tus apuntes "histórico-asrtísitcos-culinarios", todo tan bien entrelazado como este brioche. qué esponjoso te quedó!
ResponderEliminarEs una delicia venir a tu cocina donde no solo hay alimento para el estómago, también para el conocimiento. Me ha encantado todo, el brioche (de buena gana le daba un pellizco) y la clase de historia que la acompaña.
ResponderEliminarBuen finde.
Por qué pintaría tan desproporcionado al paje?,las tonalidades me parecen preciosas.
ResponderEliminarY el brioche, madre mía, qué brioche.
Hola Isabel, te ha quedado una entrada fantástica! Me encanta el enfoque que le das, y lo mucho que me permite aprender! Y además, la rosca tiene un aspecto esponjoso y rico!
ResponderEliminarUn placer como siempre Isabel. la introducción con la historia acomàñda de ese pan, sabe a gloria!!!: Besos y buen puente.,
ResponderEliminarIsabel, te ha quedado el brioche divino!!! Y me ha encantado la entrada. Buen fin de semana guapa. Besitos.
ResponderEliminarMe acuerdo perfectamente del día que estudiamos este cuadro en clase :)
ResponderEliminarSeguro que no se alimentaban tan bien, ya les hubiera gustado comerse esta rosca, qué pinta!
Besos
Sandra
Qué pan más rico y junto con la pequeña lección de historia nos alimentas cuerpo y mente ¿qué más se puede pedir?. Un beso.
ResponderEliminarZurbarán me transporta al colegio, clases de historia del arte y Santa casilda con sus pliegues en la falda! Nunca se me olvidará. Y estos cartujos son geniales, tanta historia impresa con óleo.
ResponderEliminarComo dices seguro el pan no se volvió ceniza, pero tampoco en este pan tan suculento que nos regalas hoy, por él me haría monja jajajaja!
Que esponjosito se ve.
ResponderEliminarSaludos
Me encantan las entradas en las que nos relacionas la comida y la pintura, es una manera de culturizarnos y aprender cosas nuevas :D
ResponderEliminarAdemás... el brioche tiene una pinta que es para comerse la pantalla!! ;)
Un beso!
Isabel ya sabes que este lo tengo que probar hacer, tengo un mono de hacer masas , el otro día me lo quite con el brioche que hice pero este lo pienso hacer en breve
ResponderEliminarMil besosssss
Que bonito es saber leer un cuadro, tu lo haces estupendamente al igual que has hecho este pan, irresistible, fantástico, me gusta mucho.
ResponderEliminarExcelente la rosca Isabel...me encanta la textura...ese corte es mortal!!!
ResponderEliminarBesos
la verdad que nunca te acostaras sin saber una cosa mas y sin disfrutar de estas cosas tan buenas que pones,que maravilla,un beso
ResponderEliminarHola Isabel; ¿qué tal?.....la historia me ha encantado, como todas las que nos publicas, que pena que pintores, artistas, inventores, etc, tan extraordinarios, murieran en la miseria, dejando un legado tan grande,....que pena....la historia del cuadro, no la conocía, muy interesante, y de la receta...¿qué decirte?, pues que me ha encantado, la apunto para hacerla yá, en cuanto se me acaben las magdalenas que hice el otro día, ...caé....te cuento...besotes, y buen finde
ResponderEliminarExcelente brioche!! Tiene una textura super esponjosa... El sabor tiene que ser superior.
ResponderEliminarBessos
mmmm.... que esponjosa te ha quedado!!! que rico para merendar esta tarde!!! me ha encantado
ResponderEliminarEl brioche te ha salido perfecto, tan esponjoso, he de practicar yo más para conseguir uno así, y la historia, muy interesante. :)
ResponderEliminarBesos
Uhmmmmm! Una nueva clasecita de historia del arte para el sabado por la mañana. Así, en pequeñas porciones, como las de ese exquisito bollo, entra muy bien.......
ResponderEliminarGracias por tu post. Muy interesante y ameno, voy a volverlo a leer ya que iba de prisa buscando la receta.
ResponderEliminarPofi, ahora un panetonne!!
Yo creo que si tuviera este pan en mi plato no tendría tiempo de convertirse en ceniza, que bueno!! y el post; me encantó, feliz fin de semana
ResponderEliminarWow cuánta historia, madre mía lo que sufriría por la muerte de sus hijos, qué horror.
ResponderEliminarEl pan niña estupendo, y ese toque de yogurt con ron me tiene que gustar tela, asi que con tu permiso me la guardo, lo que no sé cuando lo haré, pero te avisaría reina.
Besitos
Me recuerda al cole, el cuadro lo estudiamos entonces.
ResponderEliminarEl brioche me parece una delicia, me llevo la receta, éste fin de semana es largo.
Besos
Isabel que miga tan esponjosita tiene, imagino su sabor y se me hace la boca agua ¡es perfecto!.
ResponderEliminarBsos mi niña
Me llevo un trozo que se ve extra esponjosa. Bune fin de semana
ResponderEliminarse ve super esponjoso, vamos porque el portatil es duro que sino bocado que le metia
ResponderEliminarhumm que requetebuena
ResponderEliminar¡¡besos¡¡
VIVA LA VIDA MONACAL!!
ResponderEliminarCuando se trata de comer LA ROSCA CONVENTUAL claro!!
Te ha quedado magnífica ISABEL :)
Hoy nos traes una historia muy de mi tierra, Badajoz, hasta tenemos alli un instituto de secundaria qye se llama Zurbarán! Qué recuerdos me trae! Hoy en dia ya soy casi más manchega que extremeña. En cuanto a tu brioche, qué miga tan buena le ha salido!!y que color dorado tan bonito!! Como te digo siempre, qué manos tienes!! Un besote
ResponderEliminarNon conoscevo questo pittore!
ResponderEliminarE comunque i monaci hanno rinunciato volentieri alla carne sostituendola con questo pane delizioso. L'avrei preferito anch'io!
Buon fine settimana! Un abbraccio!
Qué brioche tan rico, se ve tan esponjoso!! sin duda un buen desayuno de domingo para degustarlo con tranquilidad.
ResponderEliminarFeliz fin de semana!
No te puedes imaginar lo que he disfrutado con la interpretación que has realizado de la obra de Zurbarán.
ResponderEliminarLa rosca conventual ha sido el postre.
Me apunto la idea de ponerle ron al brioche, hay que probarla, es muy original...
ResponderEliminarBELO BRIOCHE, EXCELENTE PARA O LANCHE.
ResponderEliminarDEVO ESTAR BEM FOFINHO.
BOM FIM DE SEMANA
BESOS
Me encantan las lecciones de historia comiendo un brioche como éste . Por supuesto que ya me lo he copiado. Feliz fin de semana. Besos
ResponderEliminarMaravilloso como siempre y con un toque divino, me lo llevo.Besos guapa :))
ResponderEliminarIsabel esta rosca tiene una pinta divina, madre mía como se aprecia la esponjosidad, exquisita.
ResponderEliminarBesotes y buen find.
Te ha quedado un brioche precioso, menuda miga!!
ResponderEliminarBesos, que pases feliz fin de semana.
Ummmmmmmmm!!!!!!! Exquisitoooooooo. Un besote de OLI de ENTREBARRANCOS
ResponderEliminarHOla
ResponderEliminar...........sin palabras, esta rosca con esa miga, te ha quedado fantástica,que rica , a pellizquitos me la comía yo sin pensarmelo
besos
Una magnífica introducción para un delicioso brioche.
ResponderEliminarBuen finde
Te ha quedado espectacular...Como siempre!!!! Lo hago seguro!!!!!Besos
ResponderEliminarComo siempre disfrute de leer tu entrada historica y gastronómica!...perfecta inmersión en la pintura del xvii!!..aunque he de reconocer que la obra de Zurbarán y en general de esa époaca no es mis favorita, disfrute mucho de leerte y por supuesto de ese pan que seguro que los monjes cartujos no probaron jamás!!!:)
ResponderEliminarcariños y muy feliz puente guapa!
Isabel, como siempre lo bordas¡¡¡¡¡¡Tiene que estar muy rico, yo hice uno pero lo rellené de chocolate.
ResponderEliminarQué pases un buen fin de semana.Un beso
Isabel el tuyo si que esta para ponerle un marco y llevarlo a una exposición, divino te ha quedado!!!! tu entrada me ha encantado, la historia siempre me ha gustado y tu lo plasmas tan bien.......Besitos guapa.
ResponderEliminarLa historia es un vicio, me fascina el arte, me traes la memoria, muchas cosas de hace tiempo y lo disfruto enormemente!
ResponderEliminarEl brioche con el toque de yogurt y ron un noqueo para los sentidos.
Un besito y disfruta del fin de semana!
Ñam, Ñam!!! Que buena pinta que tiene la rsquita esta eh!!! Con un buen café con leche para el desayuno un lujo de dioses!!! Mueaccckkk
ResponderEliminarQué preciosidade, está perfecto, levo um trocito comigo;)
ResponderEliminarBesitos guapa.
Es muy frecuente ver en los museos obras de grandes pintores dedicadas a escenas místicas. Quizá porque la iglesia era de las pocas instituciones que se podía permitir el lujo de pagar a un pintor, junto con los comerciantes, nobles, reyes etc... Los cuadros son un fiel reflejo de la época a la que pertenecen sin duda hablan por si mismos.
ResponderEliminarY ahora para completar la tarde me llevo un trozo de este... Bendito pan!!!
Un abrazoooo!!
Es una rosca alucinante, me encanta la textura y el sabor del brioche, tienen un color envidiable! muchos besos y buen fin de semana
ResponderEliminarBueno, menuda introducción, estupenda. Y la rosca perfecta. ¡Que manos tienes!
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta la suavidad de los brioches y que esponjosos son.
ResponderEliminarBesos!
Ana de: 5 sentidos en la cocina
Muy interesante, Isabel, y muy apetitoso...
ResponderEliminarque buena te ha quedado y que esponjosa, besos
ResponderEliminarme he quedao petrificá, qué pobre hombre, bueno una vez más me dejas con la boca abierta y la baba de puenting ajajaj.
ResponderEliminarNunca te acostarás sin aprender algo nuevo, dice el refrán, y eso es cierto con solo visitarte. Siempre se aprende algo al leer tus posts. Me encantan esta clase de historias. La rosca te quedó fantástica y muy esponjosa. Besosssssssss
ResponderEliminarSe ve deliciosa, que textura, dan ganas de darle un buen bocaol!!!
ResponderEliminarNo sabes lo que disfruto cuando haces estas entradas, me gusta muchísimo la pintura y se lo intento transmitir a mis niños, siempre que puedo los llevo al Museo de bellas artes de Oviedo y allí nos recreamos.Por cierto hay un cristo crucificado de Zurbarán que me hipnotiza por su realismo, nuestros pintores son impresionantes. La receta dice cóoooomeme. Un besito. Rosa
ResponderEliminarJoooo, yo quiero ser tu pinche...que seguro que pillaba algo de estas maravillas que haces!
ResponderEliminarLa explicación artística del cuadro de Zurbarán es muy interesante. La rosca superapetecible. Debe estar buenísima.
ResponderEliminarBesitos
rosa
Seguro que a los cartujos les habría encantado probar este riquísimo brioche, el toque del ron me ha encantado.
ResponderEliminarBesitos
Es un placer venir por aquí y seguir aprendiendo. Prólogo estupendo para una receta también estupenda, no hay más que ver la miga del brioche, ummm, dlicious. Besitos.
ResponderEliminarFantástica rosca!!!!!
ResponderEliminarIsa, yo no tendría problemas en que la carne se convierta en cenizas y tomar de este pan. No sé si se vale acompañarlo de jamón... total ahora no estamos en cuaresmas. Muy pero muy interesantes estas entradas en que una se lleva un poco de pan y un poco de capital intelectual. Ya te lo dije antes, me encantan! Y muchas gracias por el mensaje de hoy, siempre me llenan de orgullo mis amigos bloggeros. Besotes!
ResponderEliminarQué más habrían querido los monjes que tener este brioche en sus mesas, lo veo muy rico y como siempre, todo lo que nos has contado muy instructivo.
ResponderEliminarBesos.
tus historias me gustan cada dia mas y ese brioche esta para morirse
ResponderEliminarun besote y feliz finde
Que rico Isabel,te ha quedado una rosca perfecta y se ve muy esponjosa.Como siempre,un placer visitar tu cocina.
ResponderEliminarUn besazo
buenísima esta rosca brioche...tiene un corte ummm con esa miga. Genial!
ResponderEliminarbicos
Una historia estupenda, y un pan delicioso para degustarlo mientras te leemos.
ResponderEliminarMuchos besitos y gracias por amenizar nuestras rutinas.
Estupendo y tierno como no lo he visto, Me lo apunto con tu permiso. Besossss
ResponderEliminarBuena pinta y esponjoso me gustó,abrazos grandes .
ResponderEliminarGenial mi niña...esta sección es como un programa de tele que teníamos en mi país hace mil años..."cultura con sabrosura"! Gracias por la historia y por el pan!
ResponderEliminarVamos en busca de una receta y nos encontramos con un poquito de historia, ¡qué bonito!. La rosca, ni que decir tiene, ¡¡¡IMPRESIONANTE!!!
ResponderEliminarQue pinta que tiene, te ha quedado perfecta y super apetecible, con un café que bien sienta.
ResponderEliminarMe encanta encontrar un poco de alimento para el alma también en tus entradas.
Menuda rosca tiene un aspecto de lo mas apetecible, me cojo un trozo para desayunar, hummm que rica! Bsss wapísima y buen puente.
ResponderEliminar¡Qué rica Isabel!
ResponderEliminarIsabel, qué tal el sábado con los doce peques, muy mal no pudo ir, si tenías esto en mesa, seguro que no.
ResponderEliminarXtos xulísima. Por cierto, una delicia.
Me encarta leerte, que afición la de este hombre por las viudas!
ResponderEliminarLa lectura interesante y el brioche delicioso.
Qué buena pinta tiene esa rosca. Tiene una textura ideal. Tenía que oler de maravilla tu cocina!! Un besito.
ResponderEliminarqué pintaza tiene esta rosca!!! me apunto la receta!
ResponderEliminarMenuda miga tiene!! que orgullosa se siente una cuando ve salir estas maravillas de horno, verdad?
ResponderEliminarMe ha encantado.
Besossssssssss
Hola Isabel. Me gusta mucho la pintura de Zurbarán, pintura austera pero que lo erigen en cumbre del realismo barroco. Su pintura es de una solemne estaticidad, en los rostros se refleja una serena expresión ya que se vale de acusados claroscuros - fue un fiel heredero del tenebrismo - y con un especial cuidado en los ropajes.
ResponderEliminarUnas estupendas pinceladas sobre arte las que nos has ofrecido y una obra de arte esta rosca conventual que estoy seguro hubiera sido de total agrado para esos monjes, paje y Obispo incluido. Sin duda especial.
Saludos
Eres toda una fuente de ilustración y sabiduría, qué cateta me siento viniendo a tu casita!! Y el brioche estupendo, pero, ¿hay algo que te salga mal a ti? Un besazo.
ResponderEliminarQué rosca más rica Isabel!
ResponderEliminarNunca he hecho brioche, pero viendo este me dan ganas..se ve super esponjoso y con la forma de corona queda genial.
unbesicoo
Una historia muy interesante Isabel.Gracias por compartirla. El brioche tiene una pinta exquisita y queda tan bonito!
ResponderEliminarUn beso
Una entrada muy, muy culta. En esta ocasión, no sé que me ha gustado más, si la receta o la lección...mmmmmmmm...Me voy a tomar un trozo de chocolate mientas lo decido...jijiji...
ResponderEliminar¿No crees que el brioche sería un buen acompañamiento para mi chocolate?...
Un besote, mi solete.
Vamosalculete.
Pero como no lo había visto!!
ResponderEliminarMe la llevo......
Besos.
Isabel,un post muy interesante y rico,vaya brioche más esponjoso y con mucha cultura a sus espaldas.
ResponderEliminarUn besito enorme y feliz puente guapetona.
Qué aspecto!! Tantas recetas, y aún tengo pendiente ponerme con la receta de brioche. Además, el tuyo viene con el añadido de la historia, ¡se agradece un montón!
ResponderEliminarUn beso!
Ideal para un desayuno perfecto.
ResponderEliminarBss
Bueno esa Miga es perfecta, y con el sabor a ron y yogurt se me hace la boaca agua.
ResponderEliminarPerfecto guapa!
Nos encanta cada día más como relacionas, arte, historia y cocina. Esta rosca deliciosa, y la entrada divina.
ResponderEliminarBesos
Isabel
ResponderEliminarDeliciosa entrada tanto por ese brioche que me apasiona como por tu entrada de Zurbarán.
No creo que los monjes tomaran esa rosca tan deliciosa.
Me encanta Isabel
¿que tal tu minichef?
besitos
Patricia
Isabel, que buen bocado para un buen desayuno o lo que se tercie, muchos besos
ResponderEliminarIsabel, que brioche tan rico, lo del licor es buenisimo...La casita de Rosmary. Un besin.
ResponderEliminarQue interesante!....increible como enlazas la comida y el arte....me encanto esta rosca!.....Abrazotes, Marcela
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVaya vaya con la rosca conventual! si la pillaran los catujanos de la época! buenooo y yo misma para mi almuerzo de Lunes apagado, triste y sin puente que me me sostenga!!!...ay,ay yayayyy no se si se escribe así pero es un suspiro pero de los grandes.
ResponderEliminar*.*BESIKOS!
Qué historia tan bonita!! me encantan tus entradas!!! y por supuesto lo que haces! muchas gracias por la receta.
ResponderEliminarMe encanta el brioche y la presentación en forma de rosca también...
ResponderEliminarEs una masa tan suave y delicada, tan agradable para mojar o para paladear seca...
Besotes
Isabel, no hay nada que se te resista!!! Pero qué pinta tiene este brioche!!!
ResponderEliminarNena........ qué brioche! y además tu intro me encanta! Besotes, guapa!
ResponderEliminarUn brioche con ron y yogur... me apunto! Que esponjoso... Besos
ResponderEliminarEspléndida entrada y espléndido brioche Isabel. Gracias a esta serie tan estupenda que estás haciendo conocemos algo más de esos fabulosos artistas.
ResponderEliminarBesos,
Los monjes no comían esta rosca ni por asomo, ¡estarían levitando todo el día si lo hubieran hecho!
ResponderEliminar¡Divina!
Besos
Isabel, hace tiempo que sigo con tu blog, con un cierto sentimiento de ser una intrusa, porque nunca antes había dejado ningún comentario. Quiero enmendarme en mi actitud, así que ahí, va:
ResponderEliminarMe encanta tu blog, no sólo por las recetas que publicas, que son de lo más apetitosas, y por las fotos con que las ilustras, que me gustan muchísimo, sino tambián por posts como éste, en el que, vinculada a una recetas nos regalas una explicación, una aclaración, o incluso, como en el caso de hoy una estupenda clase de historia del arte. Amena, instructiva y muy interesante.
Muchas gracias.
Hola Isabel. Ya te comenté en su momento que esta receta tuya me encantaba y bueno, al final, antes de irme de mini vacaciones de Navidad la elaboré para probar con un jamón que me habían enviado.
ResponderEliminarMe gustó muchísimo, es muy sencilla, incluso para principiantes ( o al menos a mi me lo ha parecido).
En fin, que acabo de publicarla en mi blog, obviamente te hago referencia y dejo enlace.
Si tienes tiempo y te quieres pasar para dejarme tu opinión sincera, te lo agradecería.
Un beso grande y Feliz Año